El Trastorno abarca un gran espectro de enfermedades del sistema nervioso que afectan a alrededor de 45 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Médicos psiquiatras destacaron la necesidad de que toda la sociedad se comprometa en la erradicación del estigma que recae sobre las enfermedades mentales para propiciar tratamientos más tempranos, exitosos y con perspectivas sociocomunitarias, en el marco del Día Mundial del Trastorno Bipolar, que se conmemora mañana.
El Trastorno Bipolar abarca un gran espectro de enfermedades del sistema nervioso que afectan a alrededor de 45 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Todas ellas se caracterizan por la alternancia de episodios maníacos y depresivos, de distinta duración y no necesariamente continuos, que se alternan a su vez con períodos de estado de ánimo normal.
“Todos tenemos alteraciones del estado de ánimo normales, como estar alegres o tristes según las circunstancias. En cambio, una persona con trastorno bipolar presenta momentos maníacos y de depresión que se dan de una manera no comprensible y no normal”, explicó a Télam Ricardo Corral, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría (AAP).
A diferencia de los cambios de ánimo “normales”, el trastorno bipolar “tiene que ver con un problema en la química del cerebro, es decir, es una enfermedad del cerebro”, añadió.
¿Cómo se pueden ver a las personas?
En los momentos maníacos, las personas pueden sentirse muy muy optimistas, eufóricas o animadas; más nerviosas o aceleradas que lo habitual; estar extremadamente irritables o de mal humor; pensar de manera acelerada y no sentir la necesidad de dormir.
En los momentos depresivos, en cambio, las personas suelen sentirse muy tristes y desesperanzadas; sentirse solos o aislarse de las demás personas; tener pensamientos ralentizados y poca energía; dormir demasiado y tener pensamientos relacionados a autolesiones, la muerte o el suicidio.
Estos episodios no necesariamente son continuos, sino que puede pasar mucho tiempo entre un momento depresivo y uno maníaco e incluso presentar un sólo tipo de episodios.
Una enfermedad con tratamiento
“Afortunadamente, el trastorno bipolar tiene un tratamiento muy eficaz, a partir del cual las personas tienen la posibilidad de alcanzar un estado de ánimo estable y armónico y tener una vida perfectamente normal”, sostuvo Corral y resaltó la importancia de consultar con personal de salud para un correcto diagnóstico.
En ese sentido, el presidente de la Fundación de Bipolares Argentina (Fubipa), Carlos Vinacour, señaló que una persona bipolar “suele estar en estado normal el 40% del tiempo”, por lo que, si se trata, la enfermedad no supone “una barrera para incorporarse a un trabajo o para sostener familias, parejas o amistades”.
“Es necesario entender que una persona que tiene trastorno bipolar puede tener una vida muy integrada y saludable, que son personas que pueden recuperarse muy bien y que necesitamos integrarlos a la sociedad sin tenerles temor”, expresó en diálogo con Télam.
Pese a reconocer el avance que hubo en los últimos años, Vinacour aseguró que todavía “se estigmatiza mucho la bipolaridad” y las personas que lo padecen sufren cotidianamente la expulsión y discriminación.
El uso peyorativo de la palabra “bipolar” para referirse a una persona que puede pasar fácilmente de un estado de buen humor al mal humor es un ejemplo de la construcción de sentido en torno a las enfermedades mentales, que no hacen más que “ahuyentar” a las personas de las consultas psicológicas y psiquiátricas.
“Hay que dejar de lado el prejuicio de la consulta al médico psiquiatra y entender que cuando hay algún problema de salud mental es necesario hacer la consulta. Cuanto antes se trata una persona, más posibilidades hay de que el resultado sea más exitoso”, añadió por su parte Corral.
En cuanto a los tratamientos para el trastorno bipolar, explicaron que éstos siempre incluyen un fármaco, que “es fundamental para lograr un equilibrio”.
Sin embargo, ambos psiquiatras consideraron que la medicación “no alcanza por sí sola”, sino que es necesaria “una intervención muy específica que se llama psicoeducación”, a partir de la cual se informa, educa y “entrena” a los pacientes y sus familias para poder conocer en profundidad la enfermedad.
Asimismo, coincidieron en que “la salud requiere de abordajes integrales”, que no solo incluyan trabajos desde el punto de vista individual, sino que también incluyan al entorno del paciente.
“Un tratamiento en el que la familia no esté incorporada seguramente tendrá muchos problemas”, sostuvo Vinacour y destacó a su vez la importancia del apoyo a las familias, ya que “cuando una persona está enferma, toda la familia lo padece”.
En ese sentido, la Fubipa, una fundación que ya lleva más de 32 años en acción, ofrece grupos de ayuda mutua para pacientes y familiares.
Respecto a los encuentros entre pacientes, que muchas veces tienden a aislarse, el especialista resaltó que “es muy importante para ellos poder hablar y sociabilizar con personas que tienen el mismo problema, porque en muchos casos tienden a sentirse como ‘bichos raros’ por atravesar esta enfermedad”.
Así, estos grupos en los que los pacientes se entienden y acompañan entre sí, cumplen “una función social sumamente importante” e impactan positivamente en su salud ya que “las personas que comparten su problemática con pares tienen muchísima mejor evolución que aquellas que solamente hacen tratamientos con equipos médicos”, indicó el médico.
En el marco del Día Mundial del Trastorno Bipolar, que se conmemora cada 30 de marzo, ambos especialistas instaron a seguir visibilizando y hablando de la salud mental y a incluir a “toda la sociedad para erradicar la estigmatización”.
Fuente: Télam