La idea en el mundo gourmet es armonizar ambos productos para potenciar texturas, aromas y sabores. En definitiva, ninguno debe “tapar” o perjudicar sensorialmente al otro. Allí radica el secreto del arte de la buena mesa.
Dentro de las infinitas y maravillosas posibilidades que nos brinda el mundo enogastronómico, uno de los mix más interesantes se da entre quesos azules y vinos dulces o fortificados. Cosechas Tardías, Dulces Naturales, Icewines, Botritizados y Portos son opciones más que válidas y placenteras.
El resultado obtenido es una conjunción fantástica, pero aún poco conocida y explorada entre los paladares argentinos. El camino es largo y, sin duda, queda mucho por descubrir en la materia.
En este caso, el maridaje se da “por contraste”. El sabor salado, picante y el marcado tenor graso de estos quesos blandos con profunda intensidad aromática (Roquefort, Danablue, Cabrales, Gorgonzola, Bleu de Bresse, Stilton, entre otros) necesitan sí o sí un complemento dulce en los vinos para balancear y equilibrar los sabores.
Aquí, además, la acidez juega un papel determinante, siendo indispensable para lograr el buscado efecto barrido en boca.
Recomendamos disfrutar de un buen queso azul con algún delicado vino dulce argentino, elaborado a partir de variedades blancas como Sauvignon Blanc, Chardonnay, Semillón o la emblemática Torrontés. Un poco más audaces, pero efectivas, son las combinaciones con Malbec o Pinot Noir tardíos.
Si bien en Argentina hay un trecho extenso por recorrer, en el mundo hace miles de años que los paladares sibaritas se deleitan con maridajes regionales. Algunos ejemplos emblemáticos: en Francia, es muy tradicional tomar una copa de vino dulce con un delicioso queso Roquefort. En España, históricamente se degusta el Cabrales con la típica sidra asturiana. En Italia, por su parte, es un elixir el tándem Gorgonzola (elaborado en las cercanías de Milano) con un Gewürztraminer dulzón de la región del Alto Adige. Mientras que en Inglaterra, el Porto y el Stilton son amigos inseparables, naturalmente hermanados.
Más allá de estas sugerencias, no existen reglas categóricas en relación a la armonía entre quesos y vinos. Estamos en el terreno de lo sensorial y nadie tiene la razón absoluta. Siempre será, al fin y al cabo, una cuestión de gustos. Lo más importante es despertar el placer de los sentidos y vivenciar, sin miedos, experiencias sibaritas que llenen el alma de emoción.
Por ello, les aconsejamos adentrarse en el maravilloso universo de las combinaciones enogastronómicas diferentes o poco convencionales por estas latitudes, como el queso azul acompañado por vinos con mayor tenor sucroso. Hagan la prueba. No se arrepentirán.
Fuente: Especial para Impulso de Mariano Fresco para BordeRío
Imágenes: cortesía