El 2023 será un año marcado por lo político. Con elecciones provinciales comenzando en abril, y considerando lo ocurrido en el 2019 tras las PASO, es factible que cualquier sorpresa política dictamine el rumbo de la economía. Sin embargo, puede trazarse un escenario base para pensar la economía que viene.
Argentina tendrá un 2023 marcado por el cronograma electoral. El calendario de las elecciones provinciales comienza en abril. Ya ocho provincias confirmaron que entre abril y mayo tendrán lugar las elecciones y se especula que, por ahora, sólo cuatro provincias mantendrían el cronograma electoral nacional. Considerando lo ocurrido en el 2019 tras las PASO, donde el dólar escaló un 50% en una jornada y la inflación pasó de cerca del 2% al 6% mensual, es factible que cualquier sorpresa política dictamine el rumbo de la economía.
Sin embargo, se puede trazar un escenario base sobre el cual pensar la economía del año, teniendo en cuenta que un evento político disruptivo podría llevar a que las proyecciones actuales se alejen de la realidad. Pensemos en las tres dimensiones más importantes de análisis:
- Respecto a inflación las estimaciones privadas coinciden en que se mantendrá en torno al 100% anual, muy lejana al 60% que se incluyó en el presupuesto. Esto quiere decir que se estima una inflación promedio cercana al 6% mensual.
- Las proyecciones nacionales esperan que el crecimiento económico se estanque en un 0,5% durante el 2023. El Banco Mundial espera que la actividad crezca un 2%, ambos muy por debajo del 5,2% de 2022, año en que todavía la actividad económica se recuperaba de la crisis de la pandemia.
- Respecto al dólar, las proyecciones estipulan para fines de diciembre del 2023 un dólar oficial de $330, esto significa una variación del 85% anual. Si la actual brecha cambiaria se mantuviera tal y como está en torno al casi 100%, entonces el 2023 cerraría con un dólar paralelo cercano a los $650.
Por lo tanto, se espera un 2023 con el 100% de inflación como nueva realidad y no como episodio coyuntural, con una economía que ya recuperó todo lo que pudo tras la pandemia, y con un dólar oficial que nuevamente perdería competitividad, ya que seguiría creciendo por debajo de la inflación.
Fuente: IDESA.org