Las dificultades de interacción social, uno de los signos más comunes de los distintos tipos de TEA. Manuel Maza, médico pediatra y neurólogo infantil y Fundador del Comité de Discapacidad de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) brinda detalles de esta condición.
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una problemática del desarrollo cuya prevalencia se encuentra en creciente aumento. Por lo tanto, desde todos los ámbitos vinculados a la infancia es importante estar advertidos y atentos, ya que la detección e intervención tempranas están íntimamente ligados al pronóstico.
El TEA se define como una dificultad del desarrollo principalmente en el proceso de socialización (interacción social y comunicación), junto con un patrón de conductas repetitivas e intereses restringidos, dentro de lo cual se incluyen alteraciones sensoriales.
El desarrollo es una entidad compleja en la cual no solo interviene el proceso biológico natural que incluye la carga genética y las modificaciones propias del organismo al que llamamos maduración, sino que son esenciales los procesos vinculares y los aportes de medio.
Durante este proceso se adquieren habilidades cognitivas, de movimiento, lenguaje y de relación social.
Por lo tanto, en el control pediátrico periódico de un niño, además de los patrones de crecimiento y los hitos motores del desarrollo, es importante explorar modos de vinculación, de adquisición de lenguaje, comportamientos sociales y otras formas de interacción.
La manera en que un niño juega, aprende, habla y actúa ofrece datos importantes sobre cómo se está desarrollando.
Cuando un niño no cumple las pautas esperables para su edad, por no haberlas adquirido o por haberlas perdido en el transcurso de su desarrollo es importante la consulta para realizar un seguimiento que permita valorar posibles dificultades que requieran intervención. Constituyendo el TEA una de las alteraciones frecuentes.
La sonrisa social, que aparece en el segundo mes de vida, y la conexión con la mirada serán indicadores que permitirán inferir que un bebe tiene la potencialidad de desarrollar habilidades de comunicación e interacción.
Los bebes con un desarrollo típico se interesan por las personas que lo rodean e interactúan haciendo contacto visual, repitiendo sonidos o acciones, respondiendo a las propuestas de juego.
En tiempos de pantallas e hiperconectividad a dispositivos digitales, será importante estar atentos a qué pasa con la mirada, con el encuentro. Muchas veces la primera alerta que motiva la consulta es el retraso en el desarrollo del lenguaje, cuando la falta de interacción social y de contacto visual ya estaban presente desde antes.
Las dificultades de interacción social son uno de los signos más comunes de los distintos tipos de TEA.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5 por su sigla en inglés) de la Asociación Americana de Psiquiatría, los criterios diagnósticos del TEA se centran en:
* Alteración de la interacción social
* Déficit en la comunicación
* Patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidas y repetitivas dentro de las cuales se incluyen alteraciones sensoriales.
La gran variedad de presentaciones clínicas lleva a la denominación de “espectro autista” que incluye una serie de entidades con manifestaciones comunes a todas ellas: Trastornos de la relación social, trastorno de la comunicación, incluyendo expresión y comprensión del lenguaje y falta de flexibilidad mental, un espectro restringido de conductas además de una limitación en las actividades que requieren cierto grado de imaginación. Pudiendo presentar, además, fallas en la integración sensorial.
Hace unos años atrás, en 1998, hubo un estudio sobre un posible vínculo entre la vacuna triple viral y el autismo, que fue desestimado por presentar serias irregularidades. Al día de hoy no hay evidencia científica que avale esa hipótesis, siendo rechazadas las teorías que establecen una relación causal entre vacunas y autismo.
La divulgación e información a nivel general de las características típicas de estas problemáticas, cada vez más frecuentes, puede despertar una alerta que posibilita el diagnóstico temprano y con ello la intervención terapéutica oportuna y un mejor pronóstico. Así como también una mayor concientización en la población general, abriendo camino hacia una sociedad más empática e inclusiva.
Fuente: Télam