Fue entrenador del seleccionado argentino subcampeón del mundo en Brasil 2014.
El exfutbolista y exentrenador Alejandro Sabella, DT del seleccionado argentino subcampeón del mundo en Brasil 2014, falleció este martes a los 66 años.
El deceso ocurrió en una clínica del barrio porteño de Belgrano donde estaba internado desde el pasado 25 de noviembre por una insuficiencia cardíaca, informaron sus familiares.
“Pachorra” Sabella, valorado en el ambiente no sólo por sus virtudes de jugador y DT sino por su calidad humana, había sido internado en el Instituto Cardiovascular el mismo día de la muerte de Diego Maradona, una noticia que, según su entorno, influyó en su descompensación.
“El ICBA Instituto Cardiovascular lamenta informar que el paciente Alejandro Sabella (…) falleció a las 15.30 del día de la fecha como consecuencia de su diagnóstico de cardiopatía dilatada secundaria a enfermedad coronaria y cardiotoxicidad de larga data”, comunicó hoy la clínica.
Con raíces riverplatenses, brilló en Estudiantes de la mano de Bilardo
Alejandro Sabella pasó su carrera futbolística como un 10 de la vieja escuela, con andar cansino que le valió su sobrenombre de “Pachorra”, y su consagración llegó a principios de los ’80 con la camiseta de Estudiantes de La Plata y con Carlos Bilardo como entrenador, más allá de sus orígenes en River Plate con Ángel Labruna en el banco.
En el período 1981-1987, Sabella se calzó la casaca del “Pincha” y desde el principio formó un mediocampo de lujo junto con Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y Miguel Ángel Russo. Además del buen fútbol de ese equipo, llegaron dos títulos (Torneo Metropolitano 1982 y Torneo Nacional 1983).
De hecho, su gran nivel y el conocimiento con Bilardo lo llevaron a pelear un lugar por el plantel argentino campeón del mundo en México 1986, de la mano del recientemente fallecido Diego Armando Maradona.
Sin embargo, la competencia era dura con Jorge Burruchaga y Carlos Tapia, ambos convocados a México, y se complicó del todo con Maradona. Así fue que Sabella vistió cuatro veces la camiseta argentina en la Copa América de 1983 pero se quedó afuera de la cita mundialista.
Y las sombras de sus competidores se manifestó en sus primeros pasos durante River (118 partidos y 11 tantos), a donde jugó entre 1970 -debutó en el ’74- y 1978. En el equipo de Núñez siempre tuvo por delante a Norberto Alonso, figura e ídolo, aunque alternó en muchas ocasiones y se llevó tres estrellas en su mochila.
En ese período conoció a Daniel Alberto Passarella, que llegó desde Sarmiento de Junín, y forjó una gran amistad, al punto que lo acompañó luego en su cuerpo técnico.
La falta de minutos de Sabella, que hizo sus pasos iniciales en Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, lo llevaron a posar sus ojos en Gran Bretaña, más precisamente a Sheffield United, en el ascenso. Allá se hizo un lugar y su talento le dio la posibilidad de pegar el salto a Leeds United, por entonces en Primera, pero a los dos años pegó la vuelta y recayó en la ciudad de las diagonales.
El final de su carrera como jugador estuvo teñido por la temporada en Gremio de Porto Alegre, al que emigró entre una ida y vuelta a Estudiantes, y dos vueltas olímpicas en el campeonato Gaucho de 1985 y 1986, su único año en Ferro (27 partidos y 2 goles) y el cierre en México con Irapuato.
En total, Sabella jugó 438 encuentros oficiales y anotó en 33 ocasiones. Y además, cosechó siete vueltas olímpicas, tres con River, dos con Estudiantes y Gremio.
Tras colgar los botines…
Alejandro Sabella fue asistente de Passarella, en cuya condición lo acompañó en Parma, Monterrey, Corinthians, River y las selecciones nacionales de la Argentina y de Uruguay.
Después llevó a Estudiantes a las altas cumbres, pero ya como entrenador principal y en el Mundial de Brasil rozó la epopeya al frente de la Selección Argentina que cayó con Alemania en tiempo suplementario en la definición del mayor torneo del mundo.
Junto a la Celeste y Blanca de Leo Messi y compañía logró el subcampeonato para el fútbol argentino luego de 24 años.
En aquellos días supo subrayar de un modo pleno que amén de haber sido un muy buen jugador, y con independencia de sus dotes de estratega, era un pedagogo y un maestro.
Fuente: Télam