El poder de las marcas es innegable. Su influencia en los procesos de decisión ha alcanzado en los últimos años niveles nunca antes imaginados.
Perrier vende una botellita de agua mineral a casi tres dólares. Mont Blanc cobra cientos de dólares por una lapicera.
Actualmente, el poder de las marcas es innegable. Su influencia en los procesos de decisión de compra ha alcanzado niveles nunca antes imaginados y especialmente en las marcas Premium o de lujo.
Desde lapiceras, prendas de vestir, cruceros, membresías para aeropuertos, restaurantes, cuya asociación al lujo y al glamour es más natural, hasta el elemento más esencial para la vida: el agua.
Todo es susceptible de ser comercializado bajo la promesa de llevar al consumidor por el fascinante mundo del brillo que le dará un toque de distinción ante sus pares.
La novedad es que, actualmente, casi no existen límites en cuanto al tipo de producto que puede transformarse en un consumo de lujo. Pareciera no haber más alternativa que intentar llevar nuestras marcas a tal imagen en la mente del consumidor o, indefectiblemente, apelar a lo masivo con un producto económico y aceptable. Los términos medios ya no funcionan bien.
Michael Porter, en su libro "Ventaja Competitiva” comentaba que una empresa tiene dos alternativas: seguir una estrategia de liderazgo por diferenciación o bien una de liderazgo en costo. Dicho en otras palabras Margen o Rotación.
Volviendo a la actualidad de las marcas, ¿qué mecanismos se accionan en la mente del consumidor, a efectos de movilizarlo hacia la compra de bienes y servicios que se autoproclaman "de lujo"?
Las marcas de lujo apelan a lo que denominamos alter-ego del consumidor: ese ser especial, exitoso, carismático, popular, que todos quisiéramos ser y que espera convertirse en una realidad a través del consumo de marcas que todo eso, y mucho más, nos prometen.
No cabe duda de que, hoy por hoy, nuestros consumos están mucho más vinculados a aspectos emocionales que racionales.
Sin embargo, y hablando de tendencias, aunque no lo crean el “Secret Shopping” es la última tendencia en el mundo del lujo.
El consumidor del lujo se comporta de forma más discreta y racional. La discreción lleva a estos clientes de alta gama a solicitar por ejemplo bolsas de papel sin marcas ni logotipos.
Ahora han cambiado su comportamiento, se dan menos caprichos y apuestan por los iconos de las marcas.
El mercado del lujo, continuará y los expertos coinciden en que se irá reinventando.
En el debate sobre los retos y amenazas a los que se enfrenta el mercado de productos de alta gama, la gran incógnita es la estrategia que seguirán las marcas para retener a los clientes. Algunos expertos señalan que el futuro está en el mercado del bienestar. "Las personas quieren acceder a algo diferente, quieren aprender, ser expertos en viajes, en vinos, en café, en todo lo que aporte valor a su vida".
Tenemos que reflexionar sobre qué es lo que quiere el cliente y hay que ser visionario. Los proyectos que están triunfando hoy con la crisis están en las redes sociales.
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