“¿Creés que una inflación del 9% es mala? Probá con el 90%”, tituló este sábado el prestigioso diario The New York Times. En el artículo compara la disparada del costo de vida en los Estados Unidos con la inflación en Argentina, apoyándose en el pronóstico que hacen distintas consultoras privadas donde indican que hacia fin del 2022 se llegará al 90%. En […]
“¿Creés que una inflación del 9% es mala? Probá con el 90%”, tituló este sábado el prestigioso diario The New York Times. En el artículo compara la disparada del costo de vida en los Estados Unidos con la inflación en Argentina, apoyándose en el pronóstico que hacen distintas consultoras privadas donde indican que hacia fin del 2022 se llegará al 90%.
En la primera economía de mundo, el costo de vida llegó al 9,1% interanual el mes pasado, la tasa más alta en cuatro décadas, en un salto impulsado sobre todo por el alza de precios de los combustibles. El New York Times buscó atenuar la preocupación de los estadounidenses comparando esa realidad con los bolsillos de los argentinos.
El diario indicó que “muchos economistas esperan que la inflación (en la Argentina), que ya es del 64% interanual, llegue al 90% en diciembre”.
El dato hace achicar la última medición de la Oficina de Estadísticas Laborales estadounidense. Incluso, habla de “una de las peores crisis económicas del país en décadas, y eso ya es mucho decir en el caso de Argentina”.
La hiperinflación, un fenómeno constante en la Argentina
El diario repasa las hiperinflaciones desatadas en los últimos 50 años y habla sobre el interés de los argentinos en comprar dólares. Así, dice que en la Argentina las personas “esconden dólares en su ropa interior para ir a hacer alguna transacción importante”.
Uno de sus párrafos entrevista a una inmigrante venezolana que se pregunta con angustia: “¿Habré emigrado al país correcto?”.
No obstante, el diario neoyorquino destaca que la Argentina es “una mezcla de resiliencia, adaptación y fortaleza”.
Según el periódico esto demuestra que la gente encontrará la manera de adaptarse a años de alta inflación, viviendo en una economía que es “imposible de desentrañar en casi cualquier otra parte del mundo”.