Investigadores aseguran que el desequilibro en las hormonas que generan saciedad es uno de los causantes del sobrepeso.
Científicos del Conicet de La Plata analizaron muestras de pacientes niños con obesidad y descubrieron un desbalance entre las sustancias que regulan la ingesta de comida, informó ese organismo.
El estudio que se publicó en la revista científica European Journal of Endocrinology es el primer trabajo que sus integrantes logran en pacientes, y lo que hicieron fue medir por primera vez los niveles de hormonas que regulan el hambre en niños con sobrepeso y obesidad que se atienden en el Servicio de Nutrición del Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata.
Según informaron desde el organismo, si bien comenzaron buscando en sangre una forma de ghrelina (hormona producida por el estómago y encargada de regular el apetito avisándole al cerebro que tenemos hambre) llamada “desacilada”, mientras investigaban descubrieron otra, que se bautizó LEAP2.
Se trata de una sustancia producida por el hígado y una parte del intestino delgado (el yeyuno) y, al igual que la anterior, también actuaba como un freno a la acción de ghrelina.
“Lo que descubrimos es que no es que los chicos con sobrepeso tengan más cantidad de ghrelina, es decir la hormona que nos hace comer, que los de peso normal. Por el contrario, tienen menos“, explicó Mario Perelló, investigador del Conicet.
Y agregó: “El problema está en que en ellos también están bajas la ghrelina desacilada y LEAP2, que son precisamente las encargadas de frenar a la primera. En esa proporción, la acción de ghreina es mayor, y por eso creemos que persisten las ganas de comer”.
El estudio realizado en 82 pacientes, de entre 3 y 12 años, confirmó en los niños algo que ya se sabía en adultos, que en organismos con obesidad, la ghrelina desacilada baja con respecto a los cuerpos sanos.
“Es una repuesta fisiológica buena porque permite distinguir entre la sensación de apetito y la de estar satisfecho. En la obesidad, ese mecanismo de regulación no está presente. Y ahora le sumamos lo que vimos en niños, que es la reducción de las hormonas que justamente deberían detener el deseo de ingerir comida”, agregó Perelló.
Télam