Cecilia Carranza Saroli, la única campeona olímpica de Rosario, nos cuenta su crecimiento deportivo y personal y se emociona al hablar del “coraje de las mujeres que persiguen sus ideales a pesar de todo”.
En agosto de 2016 tocó el cielo con las manos húmedas y doloridas de tanto “trabajar” una dura competencia de yachting en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el cual Cecilia Carranza Saroli junto a su compañero Santiago Lange le dieron a la Argentina una de las tres medallas doradas al ganar la Clase Nacra 17 de Vela Olímpica. Se la colgó conteniendo la emoción en el mismo instante que miraba profundamente como la celeste y blanca subía a lo más alto del podio en la Marina de Gloria, tal vez pensando el esfuerzo que les demandó llegar hasta allí pero sabiendo que eso que pasó fue un aprendizaje inolvidable para toda su vida.
Hoy con tanta agua transcurrida, esa misma que tanto la moldeó, siente que logró un estado de madurez en lo deportivo pero “también en lo personal”. Como lo expresó cuando habló con Impulso “en ese momento si bien estaba aprendiendo un montón de cosas y tenía ya mucha experiencia, el haberme juntado con Santi (por Santiago Lange) y su equipo de trabajo hizo que empezara a tener alrededor un cúmulo de otras experiencias que en ese instante no podía capitalizar fehacientemente, si bien te haces parte de un sistema de trabajo nuevo en mi caso necesite que el tiempo pase para absorber y capitalizar toda esa experiencia ganada; desde la compartida hasta mi propia experiencia de cómo fui creciendo como deportista, de cómo enfrento hoy cada reto, cómo resuelvo y cómo trabajo en equipo”, nos contó la deportista rosarina.
Luego del éxito llegó una explosión de exposición que la agobió en un primer momento pero que con el tiempo y la compañía necesaria logró domar y hoy ser referente de muchas chicas que se suben a los optimist (las primeras embarcaciones de vela) que la miran como un ejemplo a seguir por cualidades estratégicas y tácticas dentro del deporte pero además por su carácter tenaz y perseverante. “El lugar en que me toca estar por lo que hemos hecho en la actividad en particular o por lo que logramos me da felicidad porque creo que tal vez soy referente de valores que son positivos, de una forma de vida y trato de llevarlo adelante con la responsabilidad que se merece”, pero al mismo tiempo su cabeza analítica que le posibilitó concentrarse al máximo con ejercicios de yoga, meditación y visualizaciones para ir por el objetivo del oro olímpico también le permite para la pelota y pensar: “También me pregunto quiénes somos los seres humanos para ponernos y que nos pongan en esos lugares referenciales. Hay veces que a este tipo de situaciones le tengo un respeto particular porque no creo que yo pueda modificarle la vida a alguien solo por hacer algo y que me vean; pero por otra parte si estimo que es enriquecedor compartir experiencias, mucho más que –por ejemplo- bienes materiales entonces ahí lo veo positivo. Es una contradicción indudablemente pero evidentemente genera algo muy positivo porque si subo algo que hago en Instagram y a la gente le gusta, comenta, se ponen contentos por algunas situaciones que hago o expreso, ya sea con una foto o con un mensaje, y esto a la persona siente que les ayuda, bienvenido sea”.
HIJA DEL VIENTO DEL PARANÁ PERO TAMBIÉN DE UNA MUJER LUCHADORA
“Mi madre(Liliana) inspiró mucho de lo que soy. Desde chica, en un momento en el que quizás no me daba cuenta o no podía verlo, me enseñó con el ejemplo. Hoy valoro eso y sobre todo su lucha. Creo que la inspiración es resultado de la admiración. Hoy empiezo a admirar a esas mujeres que como ella tienen una garra para ser madres y ser grandes trabajadoras, en su caso llevó adelante una familia como una campeona. Eso para mí fue siempre natural. Es la mujer con la que yo crecí y es la imagen que tengo de la mujer, pero hoy que puede verse a muchas otras mujeres que con coraje salen desde donde están, hoy también valoro más aún esos ejemplos. Me emociona hasta las lágrimas esas mujeres madres que siguen a fondo con sus otros sueños, mujeres madres deportistas, que continúan con sus intereses que obviamente no es fácil pero que hay una garra que sale de adentro cuando querés hacerlo”.
En cuanto se le preguntó por sus inspiradoras en el mundo del deporte sus mayores espejos no podrían haber sido otras que “Las Leonas”, ya no solo por ser contemporáneas sino por el discurso que antecedió a estas líneas pero también Serena Amato que según Cecilia “fue una gran referente en mi deporte; fue una de las personas que me marcaron y desde adolescente pensaba wow! quiero estar donde ella está. Después con los años y cuando fui creciendo conocí la vida de Gaby Sabatini y sin dudas es una mujer para admirar, en este caso creo que comencé a admirarla cuando ya no era la Gaby deportista”.
Sin dudas todas mujeres que dejaron huella en sus deportes, tanto como ella misma lo hizo, no sólo por haber traído una de las dos únicas medallas olímpicas de deportistas argentinas, la otra fue la ganada por Paula Paretto en Judo, sino porque también tiene anécdotas de lucha y perseverancia como cuando le contó al mundo entero con carteles en redes sociales que el reglamento de vela internacional no le permitía competir por ocupar el puesto de tripulante en la Clase Nacra 17. Allí luchó y peleó por ese lugar al que solo estaba reservado para los timoneles y que por ausencia de éste la embarcación no podía participar de una competencia. Hoy todo cambió, ahora el ranking permite que tanto uno como otro puedan participar por separado si alguna circunstancia hace que así se encuentren y ella sin dudas fue parte (con su lucha) de “pensar” estos cambios.
Mientras tanto junto a Santiago Lange continúan encarando proyectos olímpicos. Ya tienen la mira puesto en Tokio2020, competición para la cual ya consiguieron el cupo para Argentina y en febrero la dupla argentina finalizó tercera en una de las etapas del circuito internacional de Vela Olímpica en Estados Unidos.