El mandatario de Brasil gana oxígeno con dos victorias importantes en las Cámara de Diputados y en el Senado y va por un segundo mandato.
El presidente Jair Bolsonaro logró ganar aliento para su campaña de reelección en 2022 y evitar el juicio político por su gestión de la pandemia con la contundente victoria en las últimas horas de sus candidatos para la presidencia de la Cámara de Diputados y el Senado, los conservadores Arthur Lira y Rodrigo Pacheco, respectivamente.
Con la victoria de Lira, jefe del grupo llamado “Centrao” -partidos de derecha conocidos por su fisiologismo y por ser oficialistas desde hace 25 años-, el Presidente deberá pagar caro, con cargos y liberación de presupuesto para los diputados, esta nueva mayoría, que no es propia, sino prestada.
Lira, del Partido Progresista (PP) al que perteneció Bolsonaro por más de diez años, también derrotó a la llamada derecha no bolsonarista: esto significa que para 2022 se eliminó la idea de un frente grande entre izquierda y liberales contra la extrema derecha gobernante.
Es decir, a partir de ahora, la derecha liberal -que votó a Bolsonaro en 2018- redujo el valor de sus acciones y se configura para 2022 un escenario más claro para la oposición, con la izquierda nuevamente como principal contendiente del Presidente.
Sobre todo porque es cada vez más posible que el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva pueda volver a ser autorizado a ser candidato, lo que de todas maneras no significa que lo será.
ALIANZAS
La alianza entre la derecha más moderada y la izquierda fracasó cuando el candidato del titular de la cámara baja, Rodrigo Maia, el diputado del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB) Baleia Rossi, quedó segundo.
Mai logró en estos años juntar 60 pedidos de juicio político de Bolsonaro pero hasta el último día se negó a presentarlo, incluso los que lo sindican como responsable político por personas muertas de asfixia en un nuevo colapso sanitario en Manaos por otro pico de la pandemia.
La victoria de Lira también es un golpe al bolsonarismo antisistema. Es algo que Donald Trump no tuvo ni hizo. Bolsonaro pertenece a la política tradicional y se ha recostado en ella para garantizar su mandato y blindar a su hijo Flavio, senador, de una investigación por corrupción y lavado de dinero.
Su regreso a la política tradicional se hizo por obligación y por la incompetencia política del ala militar del gobierno, más acostumbrada a la burocracia que a la atención rápida de los problemas urgentes del país.
Precisamente un militar, el ministro de la Secretaría de Gobierno, general Luiz Ramos, fue el encargado de tejer la entrega de cargos y promesas de presupuesto extra al Centrao por el apoyo en Diputados.
En la campaña de 2018, Bolsonaro había dicho que el Centrao era “de lo peor de la política“: sobre todo porque gran parte de ellos, como Lira, están procesados por el Supremo Tribunal Federal por corrupción en derivaciones del escándalo Lava Jato.
Télam