Lo afirmó Naciones Unidas, que aseveró que lo estratégico está por encima de lo estrictamente financiero.
La recuperación ecológica es posible sin nuevos recursos financieros sino a través de una mejor estrategia a la hora de invertir, es la conclusión a la que se llegó tras el uso de una herramienta que monitorea las políticas de gasto fiscal relacionadas con la pandemia de coronavirus, y que fue anunciada por los 33 países de América Latina y el Caribe, según informó Naciones Unidas.
Los primeros resultados muestran que sólo seis de los 33 países de la región dedican más del 0,1% de su PIB a gastos de recuperación medioambiental.
El rastreador está basado en la iniciativa del Observatorio de la Recuperación Global dirigido por el Proyecto de Recuperación Económica de la Universidad de Oxford, y cuenta con el apoyo de los Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y para el Medio Ambiente (Pnuma), informó el sitio web de la ONU.
La herramienta también está diseñada para mostrar soluciones políticas e identificar oportunidades de inversión más eficaces y sostenibles para gobiernos y otros actores.
“Alinear las inversiones con un futuro limpio, verde y sostenible no consiste tanto en gastar más, sino en gastar mejor“, afirmó la secretaria ejecutiva de ONU Cambio Climático, Patricia Espinosa, tras presentar los resultados iniciales de la herramienta que rastrea la recuperación en América Latina y el Caribe.
Esta nueva herramienta permite conocer la financiación que se destina a la recuperación de la pandemia teniendo en cuenta las circunstancias climáticas. América Latina se vio gravemente afectada por la pandemia de coronavirus.
La región, que alberga al 8% de la población mundial, registró alrededor del 29% de las muertes por la pandemia.
Según la herramienta, la región se gastó en sectores no sostenibles 7.400 millones de dólares, frente a los 1.500 millones de dólares invertidos en iniciativas sostenibles.
En lo que respecta a las actividades habituales, el 74% del gasto se destinó a infraestructura de energías de origen fósil, y el 13% a infraestructuras portuarias y aeroportuarias no sostenibles, lo que previsiblemente provocará un aumento de las emisiones de carbono.
Télam